Nota de disertación: Tres frases marcan la vida de John Wesley . La primera, tomada de una cuarta escrita a su madre /19 de marzo de 1727), después de concluir la maestría en teología: "Fue una verdadera misericordia que Dios no haya oído mi oración". A quel joven de 24 años de edad explica que el Soberano Señor norteo su vida de una manera inflexible, no respondiendo a las oraciones que fatalmente lo conducirían a otros caminos. La segunda frase es "Adoro la sabiduría de Dios", expresada por un hombre de 38 años de edad, que se reconoce como portador de un ministerio extraordinario, con vocación para llevar la semilla del Evangelio a personas que probablemente ya no serían alcanzadas por la iglesia oficial. La tercera. "Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros", es del 2 de marzo de 1791, el último "adiós" de un hombre de 88 años de edad, que había dedicado la vida entera al Evangelio. Estas tres frases de John Wesley, pronunciadas en diferentes periodos de su vida y testimonios de su irrevocable coherencia, se pueden resumir en la hermosa frase del apóstol Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2Ti. 4,7}.

Nota de disertación: Ni biografías completas, ni retratos o instantáneas petrificadas; es decir, ni mucho ni poco. Este libro trata solamente de algunos momentos especiales, que han dejado su huella en mi recuerdo o en la historia del metodismo mexicano. Han trascurrido 60 años desde la fecha (enero de 1949) en que se me dio el primer nombramiento para pastorear la congregación de Tepatlaxco, Puebla, mi primera iglesia. Muchas lluvias y sequías ha ocurrido desde entonces. Las vivencias y recuerdos se han acumulado en el granero de la ida. Un gran desfile de rostros y acontecimientos pasan por mi mente. Hay de todo: sucesos cómicos o serios; experiencias propias pero también de otras personas conocidas o desconocidas, pero dignas de recordar; cosas de iglesia, de hogar, de la vida en general. En fin, un muestrario de acontecimientos que, aunque no se presentan aquí como un proceso ordenado cronológicamente, son "hitos de historia", que vale por decir, trozos de vida. Es obvio que el contenido de este volumen no representa la totalidad de mi vida pastoral, sino sólo una pequeña parte, la cual he querido compartir con los amables lectores, con el ánimo de que puedan disfrutarla -como yo lo he hecho- de aquellas situaciones irrepetibles, que han sido significativas, para mí o para otras personas. Se trata de momentos gratos y otros no tanto, pero, en todos los casos, la amorosa mano de Dios ha estado presente, de tal manera que la suma de ellos han dejado en mi ruta un muy grato olor de bendición que no puedo menos que compartir con todos los que amo.